miércoles, 30 de diciembre de 2015

Año nuevo

El año nuevo es para celebrar. Festejamos que sobrevivimos a diciembre, a todas las fiestas de fin de año del trabajo, de los amigos, del club, del taller y todas las de tu familia, las de egresados, las muestras de danza, el acto, los cumpleaños.


También celebramos la supervivencia a las navidades en familia, de esa que ves una vez al año, al familiar político que te tenés que fumar y en este año particular, salir con vida de una discusión partidaria que comienza algún tio borracho gritando “Viva Perón”  y culmina con guerra de vittel tone y frutas abrillantadas que nadie come y deja al lado del plato junto al turrón medio derretido por fuera y cascote por dentro que termina tirándose promediando abril.

Ahora si, llegaron las vacaciones. Incluso si te quedas trabajando porque todo entra en un letargo. Las ciudades se vacían y las oficinas también. Así comienzan los eneros de ver series en las computadoras laborales haciendo tiempo a la hora de salida.
Y llega el momento de la lista en la agenda nueva donde año tras año se repiten al menos tres ítems que sabemos de antemano que no vamos a cumplir.


Para este año cuyo slogan es “cambiar” propongo una ceremonia. Se trata de cortar y pegar en una cartulina como antes hacías con la billiken recortando a Sarmiento y el Cabildo. Es un collage de deseos.
Se toman revistas con imágenes que queremos: la de la playa paradisíaca del protector de pantalla, familias corriendo por los prados, bailarines y artistas de todo tipo que deseamos ser desde el año 80.
Aparece la vocecita interna (la rata) con sus ineflables frases del tipo “Esto es imposible, ir a París, no me da la guita, jamás voy a poder” “No tengo tiempo para bailar árabe, que estupidez es eso” “Nadie editaría una novela mía. ¿En qué momento me siento a terminarla?” “Las últimas tres materias ya no las voy a  dar ¿Para qué?” No se detenga,  siga recortando que es sólo un juego.


También se puede hacer en las vacaciones, y en grupo siempre y cuando no se deje amedrentar por las acotaciones impertinentes y “pisabrotes” del otro.
Mire a su alrededor,está en Santa Teresita en el mismo lugar de siempre. Se autojustifica diciendo “Es cómodo, es barato, es el departamento de la familia, siempre vengo acá, para que quiero ir a otro lado si acá conozco, mis suegros quieren que vengamos” etc.
Piense: ¿Dónde realmente le gustaría estar y con quién? ¿Haciendo qué? Recorte las figuritas y péguelas en una cartulina.
Téngalo la vista todo el año. Cuando empiece el próximo rompalo y comience uno nuevo.
Deje a un lado lo imposible y no se justifique. Esos son los dos grandes cambios que pueden encabezar la lista de este año en su agenda y verá que será muy ¡feliz!

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