lunes, 16 de julio de 2018

La vida apesta: cortadora de pasto mental

La vida apesta voladora

La vida apesta: Salame Mistico

La vida apesta: Thai Massage

La vida apesta: la granjita de recuperacion del minismo

La vida apesta budista: el manto de piedad







¿Cuántas
veces pensamos cosas que nos reprimimos ante nuestro interlocutor? Para eso
existe el manto de piedad.
Se
trata de decir “manto de piedad” en lugar de lo que queremos decir y que el
otro entienda, o presuma, llene los blancos, de nuestros pensamientos.
Sirve
ante una frase que el otro deja picando de cualquier tipo y dependiendo el caso
de los que se esté evitando decir puede ser malo o bueno.
-         
Es que a veces soy medio torpe
-         
Manto de piedad
En realidad quiero decir “si, sos un boludo importante”

-         
No sé que comer
-         
Manto de piedad
En
realidad quiero decir “cómeme a mí, papi”
Existe
diferentes versiones de acuerdo a la magnificencia de lo que se quiere tapar. A
veces un manto no es suficiente para tapar mis pensamientos y allçi recurro a
la frazada, edredón, telón, carpa de circo de piedad.
Por
ejemplo
-         
¿Vos que me darías?
En lugar de decirle “ A vos te doy hasta el dia del juicio
final” digo frazada de piedad

-         
Creo que demostré ser un capo
En lugar de decirle “sos un nabo de gran talante” aplicamos
una carpa de circo de piedad





La vida apesta: Salame Mistico

La vida apesta: gotas de voluntad







Fumar
es perjudicial para la salud. Qué pena, porque es algo muy satisfactorio para
los fumadores. Por otro lado, es espantoso tomar pastillas y jarabes de sabores
abominables. Proponemos entonces, para la industria farmacéutica, cigarrillos
medicinales.
Así
uno puede fumarse sus vitaminas de la mañana, el digestivo después de la cena,
el pucho para el dolor de cabeza, pitar antidepresivos.

Hay
medicinas para casi todo, casi. También creemos que hay cosas que deberían
tener un remedio, o refuerzo. La voluntad por ejemplo. Gotas de voluntad. Tenés
que salir a correr, terminar la tesis, arreglar el marco de la ventana hace
años y no tenés ganas. Ahí corres al botoquín y te enchufás un par de grageas
de entusiasmo.
Tabletas
de paciencia, pomadas de perdón, cápsulas de cucharismo, antiofídicos para la
“mala leche” ajena y, paradójicamente, comprimidos contra la automedicación.



La vida apesta. El llamado de la realidad







Una,
que vive colgada en una palmera, cada tanto recibe un llamado de la realidad.
Esto quiere decir, la tierra, la vida real, nos deja un mensaje en el
contestador automático tratando de volvernos a ella, aunque intentemos
evitarla.

Primero
es leve.
“Deje
su mensaje Tu tu … Hola este es un mensaje de la realidad, por favor déjese de
pavadas y haga algo respetable de su vida, llegó la boleta del gas y usted
sigue en las nubes de Úbeda”
Estos
mensajes en líneas generales son ignorados y ataca con más insistencia y un
tono menos amable
Deje
su mensaje Tu tu “A ver mamu, muy lindas las vacaciones, muy lindo Netflix y el
elixir del amor, pero date cuenta que se te está cayendo el techo encima” tu
tuuuu

Igualmente
una la pasa bien y se desentiende hasta que aparece la voz de tu contadora en
el contestador (única persona que tiene la capacidad de dar una orden y ser
acatada sin chistar) “Mirá, me tenés que mandar el formulario FHG2568, renovar
los papeles de LOPUI854223 y llenar todo esto o te van a embargar todo…
ya.” 

La
realidad, feliz de haber mandado a su mejor soldado, festeja y una baja, de
cabeza de lleno al cotidiano. 


La vida apesta: personas anabolico







Los
anabólicos potencian. Pues bien, las personas anabólicas potencian cierta parte
nuestra. Esto quiere decir que cada vez que te juntas con tal persona, se
acrecienta nuestra capacidad de algo.
Están
los anabólicos positivos, esas personas que nos hacen morir de risa y que hacen
que salga de nosotros la imaginación, la ridiculez, la gracia. Y hay de los
otros, los que te potencian la indignación, que llegan y de pronto nos
encontramos intercambiando quejas y odios profundos hacia la humanidad en
general o un tema en particular.


Por
supuesto, como cualquier psicofármaco, la recomendación es evitar a los
anabólicos del mal humor y juntarse con personas anabólicas de la boludez,
aquellas que nos inspiran a decir y hacer giladas hasta que nos duele la panza
de tanta carcajada.
Anabólicos
de los buenos:  laborales, de los que te
hacen producir, te motivan, incentivan y apuran; creativos, te llenan de ideas.
Anabólicos
para huirles: pesimistas, persecutas, paranoicos, derrotistas, alarmistas.  


La vida apesta #6 "academia de minismo"










Para
nosotras, las que no nos caracterizamos por ser chicas del perfil revista
femenina, pensamos en crear una academia de minismo, que nos dé una pista de lo
que deben ser las chicas según la moda imperante.
Así
tenemos especialistas en varias materias:
Diferencia de colores: no limitarse a los tres que
te enseñaron en el jardín y diferenciar el camel, el coral, las gamas de
azules. Como combinarlos es tema de curso avanzado: “Cómo combinar mal, pero
que quede bien”.
Tuppers y elementos de cocina: como por lo visto no
alcanza con un par de cuchillos y alguna que otra cuchara de madera, en esta
clase nos enseñaran los diferentes piripichos de bazar muy útiles para cosas
muy específicas de la cocina que tampoco tenemos idea (como glaseados si apenas
nos defendemos con un repulgue básico) servidores de cremas de diferentes
texturas, cucharas para embadurnar cosas, fuentes de diferentes estilos,
batidores y recipientes de lo más variopintos.
Esta
clase tiene un taller especial “Circulo de autoayuda para manjear el apego al
tupper” para evitar frases como esta: “Que tu marido te engañe con tu mejor
amiga vaya y pase, siempre y cuando tu amiga te devuelva el tupper”

Cortes de pelo y tratamientos
capilares
: Hay
gente que va a la peluquería. Se supone que las mujeres deberíamos hacerlo en
lugar de cortarnos las puntas como podemos. Existen peinados largos y cortos,
shocks de keratina, baños de botox, alisados, iluminaciones, baños de cremas
del mar muerto, polvos de la india, champú de agua de la costa de Quilmes.
Cortes de ropa: como pareciera que no todo
se limita a los cuellos en V o cerrados, y que hay más que hacer un dobladillo
a un pantalón, en este curso aprenderemos de cuellos espejo, mao, cortes
princesa, Oxford y achupinados, tiro bajo, medio, alto y esas cosas que estaría
bueno poder explicar con palabras a la vendedora en lugar de infructuosamente
hacerle señas sobre el cuerpo como si fuera un dígalo con mímica. 


La vida apesta #5 "Metete el gato en el orto"







Hay
un chiste que reza lo siguiente: Un hombre pincha una goma en la noche en medio
de la ruta, se da cuenta que no tiene un gato para arreglar la rueda.  A la distancia ve una casita con una luz
prendida y se va a la casita para pedir uno. En el trayecto camina y piensa
"Seguro que no me va a abrir, le caigo en la mitad de la noche. Encima le
tengo que explicar que pinché. Seguro no me cree, me va a cerrar la puerta en
la cara en el mejor de los casos y encima después pedirle un gato, seguro que
no tiene y si tiene no me lo va a prestar para venirme hasta acá a arreglar el
auto... “y así…  Llega a la casa, toca la
puerta, un señor abre:
“¿Qué
desea?”  
y el
tipo le dice - "Metete el gato en el orto".


Vivimos
haciendo esto, presuponemos, rosqueamos lo que va a pasar y actuamos en
consecuencia como si esto fuera real.
No
hacemos miles de cosas pensando que no nos van a prestar el gato, y encima
reaccionamos en consecuencia, como si no nos lo hubiesen prestado.
Esta
respuesta es muy útil cuando detectamos que el otro presupone cosas en lo
cotidiano del tipo "No va a haber lugar para estacionar". No tenemos
ni idea, porque no tenemos la bola de cristal, pero por las dudas nos amargamos
y vamos insultando cuatro cuadras hasta llegar donde ¡Oh, sorpresa! Hay espacio
para estacionar. 
Ahí
se aplica la gran frase "Metete el gato en el orto"
“No
voy porque va a llover” “Va a reaccionar de tal manera” “Lo voy a molestar” “No
lo hago porque soy malísimo, no me va a salir” y todas esas cosas.
Ante
charlas como ésta vale decir el mantra. Cuando pasa al revés, que ante la
realidad nos damos cuenta todo lo que habíamos supuesto, lo usamos como
sustantivo: "Al final vino, me hizo la gran metete el gato en el
orto".


La
imagen de alguien enojado, muy enojado, despotricando contra algo que sabemos
que en realidad no existe, que se está peleando con un supuesto que sólo está
en su cabeza, es la de un perro Chihuahua enloquecido ladrándole a su reflejo en
el espejo.


La vida apesta #4 "El google mental"





Cuando
usas el google y buscas algo, parece que, mágicamente, luego te parecen todas
cosas relacionadas. Es decir que si buscas pasajes a Brasil de pronto caen de
todos lados publicidades de pasajes aéreos, hoteles, de artículos de playa,
garotos, negros lustrosos en zunga, promociones de caipirinhas, bares temáticos
cariocas.

Si
por el contrario lo que buscas es “hemorroides” todo lo que te aparece de golpe
son seguros médicos, tratamientos, pomadas de todo tipo color y sabor,
almohadones blanditos de diseño.
Bueno,
según dicen con los pensamientos pasa igual. Si pensás, hablás, comentás,
proyectás Ipanema te empiezan a llegar invitaciones de la nada, ves por todos lados
playas, depilaciones definitivas, recursos y situaciones que te llevan a
Brasil.



De
la misma manera si tu único foco está en hemorroides, atenéte a las
consecuencias.